Los sabores perdidos de Madrid

Arquitectura y gastronomía desaparecidas de nuestras calles

Interior del Mercado de la Cebada

Entre restaurantes centenarios y mercados modernos, la gastronomía madrileña ha demostrado siempre dar el callo, nunca mejor dicho. Casa Botín lleva desde 1725 atendiendo estómagos, el restaurante más antiguo del mundo y L’hardy o Antonio Sánchez, desde 1830. Pero hay muchos lugares singulares que han caído con el tiempo. Con la pérdida de estos locales y edificios únicos, hemos perdido también los sabores que muchos de estos producían.

La actualidad, además, nos acerca a una nueva ola de desapariciones de negocios. Espacios míticos como Zalacaín anunciaban su traspaso en estos mismos días, ahogados por las medidas restrictivas derivadas de la pandemia y la inexistencia de un plan nacional de apoyo al sector, mayoritariamente formado por pymes y autónomos. La plataforma de Hostelería de España estima el cierre de sesenta y cinco mil negocios durante 2020, que supondrá la pérdida de un millón de empleos.

Con este panorama, es momento de hacer un repaso con cariño y cierta nostalgia a cinco de los muchos espacios al servicio de la gastronomía que hemos perdido y conviene mantener en el recuerdo. Por su aporte innovador, gastronómico y arquitectónico. Por su aporte al patrimonio de nuestra ciudad, de Madrid.

Bar automático Tánger

Situado en Gran Vía 33 (En aquel momento Pi i Margall 11) abría sus puertas a principio de los años treinta uno de los primeros bares automáticos de España, el Tánger, nombre en honor a la ciudad de nacimiento de su fundador, James N. Nahón. Se trataba de un autoservicio, donde el cliente podía comprar comida preparada y recogerla en unas taquillas.

El proyecto se encargó a Alberto López de Asiaín, autor también de las viviendas jardín de 1965 en El Soto de la Moraleja y diseñador de mobiliario (Fuente: COAM).

Planta del Bar Automático

En la planta de calle encontrábamos un espacio diáfano, de estilo racionalista, donde un solo camarero atendía la barra. Pura vanguardia. En la planta baja, un obrador y las oficinas permitían maximizar el espacio. Se trata de un proyecto que pese a tener casi 100 años, tiene más vigencia que nunca, ahora que damos nuevos pasos hacia las denominadas cocinas fantasma, productos de cuarta y quinta gama o envío a domicilio.

El concepto original, con una carta sencilla fue adaptándose durante los años a un consumo más local, agregando pinchos y bocatas varios.

El Tánger cerró sus puertas en 1945. Actualmente en el edificio proyectado por Pablo Aranda Sánchez, en el antiguo local del Tánger, encontramos la tienda Oysho, que muchos ubicaréis mejor.

Café del IRIS/ Café de Madrid

El Café del Iris debe su nombre al pasaje comercial en el que se situaba, que unía la Calle Alcalá y la Carrera de San Jerónimo. El pasaje fue construido en 1847 por Juan de Urquijo y disponía de tres galerías con 40 tiendas, además, por supuesto, del magnífico café.

Se trataba de un espacio lujoso y abierto para el encuentro de la alta sociedad del XIX. En 1866 el café Iris quiebra y cambia su nombre, tras una remodelación fastuosa a Café de Madrid, como se mantiene hasta su desaparición en 1906.

En el centenario de Galdós, podemos leer cómo éste mismo nombra el café “»El filósofo cafetero dijo a su amigo que cuando quisiera echar otro párrafo no le buscase más en el Café de Madrid, porque allí había caído en un círculo de cazadores que le tenían marcado y aburrido con la perra pachona, el hurón, y con que si la perdiz venía o no venía al reclamo. No sabía aún a qué local mudarse; pero probablemente sería al Suizo Viejo” (Fuente: Parte tercera. Cap.IV, Un curso de filosofía práctica. VII – pp 180).

Gracias a Galdós y según otros escritos vemos que era habitual además de los puros y el café solo, consumir café moka. Sí, ya en el XIX Madrid apostaba por ello, nada nuevo bajo Starbucks.

Fachada y ubicación actual del edificio

Tras su cierre, el pasaje y los edificios fueron demolidos y en su salida por Alcalá, José Urioste Velada construyó la sede del Crédit Lyonnais, caracterizada por dos torreones abovedados. Más tarde estos torreones fueron mochados. De hecho, el torreón más cercano a la puerta del Sol fue completamente eliminado. Actualmente el edificio está integrado en el complejo de Canalejas y se le ha devuelto la simetría original, sin devolverle los torreones, eso sí y añadiendo un remonte.

Mercado de la Cebada

Pese a que aquí la gastronomía, le ganó la mano a la arquitectura, al final, como siempre, caminaron juntas. Y es que el mercado de la Cebada, lo es como tal desde mucho antes de disponer de un edificio bajo el que resguardarse.

Orígenes del Mercado

Su origen se estima en el siglo XVI y debe su nombre al lugar en el que se comerciaba con cebada y otros productos agrícolas primordialmente. Esta era la entrada a Madrid por Toledo así que las legumbres y productos porcinos entraban habitualmente por la puerta que lleva su nombre. No fue hasta 1875 cuando se inauguró un edificio majestuoso, diseñado por Mariano Calvo y Pereira para contener a los puestos que hasta entonces ocupaban la plaza. Era de estilo parisino, arquitectura de hierro y vidrio, como serían también construidos posteriormente los mercados de Los Mostenses y San Miguel, el único de este estilo aún en pie en Madrid.

En 1956 y bajo la excusa de subsanar problemas de salubridad, se decide derribar el mercado, no sin la oposición de los comerciantes, que constituyen la Sociedad Cooperativa del Mercado de la Cebada, que aún perdura hoy.

Mercado de la Cebada actual

La desaparición del espacio de hierro en 1958 dio paso al actual edifico, que ha sido objeto de muchos y variados proyectos que nunca han terminado de cuajar. El original fue dirigido por García de Arangoa y el Arquitecto fue José María Martínez Cubells. A partir de los 2000 se plantea su derribo y reforma, llegando a seleccionar un proyecto de Rubio y Álvarez Sala que no se ejecutó. Actualmente se está construyendo un centro dotacional junto a éste, donde se situaba el antiguo polideportivo de La Latina, no sin polémica.

Aunque los mercados de esta ciudad que fueron destruidos darían para toda una entrada por sí solos. Desde joyas arquitectónicas como el de los Mostenses o el de Olavide a los humildes de San Antón y San Ildefonso. Por si os quedáis con ganas de más mercados, aquí os dejo el video con la estrepitosa voladura del de Olavide (Fuente: RTVE).

La segunda parte del Los sabores perdidos de Madrid se publicará la próxima semana. En ella, hablaremos de la Fábrica de café Monky, uno de los edificios más desconocidos de la capital. También hablaremos del primer morador del emblemático Edificio Grassy de la Gran Vía: la Casa Molinero.

Valentín Garal

Experto en innovación, estrategia y diseño. Premio Quórum a diseño de mobiliario, Áccesit INJUVE mejor diseñador joven de España, 3er finalista de Masterchef7. En la actualidad compagino diferentes proyectos de innovación y ámbito gastronómico con la docencia en IE University.

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